En menos de 48 horas han ocurrido 10 atentados a imágenes religiosas en 3 estados del país.
En Lara, los actos de vandalismo se sucedieron en 5 puntos de Barquisimeto. En el estado Portuguesa le arrancaron los brazos a la Virgen de Coromoto, patrona de Venezuela y además robaron el cableado de la iglesia donde fue coronada. En Yaracuy, no sólo profanaron las imágenes de santa Lucía y la Virgen del Rosario con manchas de pintura roja, sino que también decapitaron el monumento de José Gregorio Hernández, que está en Sabana de Parra, vía Barquisimeto.
"Quien quiera que haya tomado estas acciones está enviando un mensaje iconoclasta y en contra de la religión; aunque es muy posible que la motivación sea política para crear escándalo", señaló el semiólogo e investigador de la Universidad Católica Andrés Bello, Humberto Valdivieso.
El psicólogo social Axel Capriles recuerda que la tradición mariana tiene un profundo arraigo en la sociedad. "Estas acciones indican que se traspasa un límite. Es una manifestación del desorden anómico en el que está inmersa la gente", indicó.
Para Valdivieso el objetivo de estas profanaciones es causar desasosiego y un sentimiento de ruptura. "Es un acto subversivo que busca generar caos, alarma y distracción. Es anárquico, de la oscuridad", afirmó, al tiempo que advirtió que con estos hechos se traspasan fronteras que antes habían sido respetadas. "Es atípico, porque no hay grupos que normalmente hagan esto".
Recordó que tanto los representantes del Gobierno como los de la oposición se expresan a través de la iconografía cristiana popular como, por ejemplo, las estampitas. "Las imágenes religiosas son el último reducto simbólico que tenemos los venezolanos de unidad social, nacional, como pueblo. Pareciera que quien quiera que haya sido responsable pretendía crear una sensación de ruptura de lo último que quedaba como posibilidad de unión y paz en el país", afirmó Valdivieso.
Sobre la posibilidad de que se genere una reacción contraria, en que la gente más bien se una en el repudio, el investigador de la UCAB dijo que eso ocurriría sólo después de identificados los responsables. "El problema es que ahora no se sabe de dónde viene. Es cierto que te unes alrededor de la imagen religiosa, pero como nadie se hace responsable, queda como un acto de vandalismo que a su vez causa resentimiento y desconfianza hacia quien piensa distinto a mí".
Tanto Valdivieso como Capriles coinciden en que lo más probable es que los responsables sean un grupo muy reducido de radicales, que no reflejan una actitud generalizada. "Son pequeños grupos fanáticos que toman literalmente el discurso del poder en contra de la Iglesia, aunque esto no signifique que son manejados por el Gobierno", indicó el psicólogo social.
"El problema de esto es que al tratarse de violencia en contra de una imagen religiosa, le da un carácter trágico, apocalíptico y trascendental al hecho. Un mensaje de que la maldad está desatada. Lo peligroso es que se culpe a los adversarios políticos", destacó Valdivieso.
Por los momentos ambos especialistas recomiendan esperar a que sean identificados los culpables. "Si hasta la semana que viene no encuentran a los responsables de esto, la gente se volverá hacia ese sector y lo rechazará pero mientras esto no ocurra seguirá vigente la sensación de una agresión a la intimidad del venezolano, a través de la fe y a su cultura. Es violencia inaceptable", aseveró Valdivieso.
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