El cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, explicó ayer que «mis colaboradores han leído el anteproyecto de ley de muerte digna y el primer juicio es que no parece una ley de eutanasia, aunque aún me faltan detalles».
Respondía así en los desayunos del Foro de la Nueva Sociedad, en el Hotel Ritz de Madrid, a preguntas de los periodistas que le pidieron su opinión sobre el anteproyecto de ley que prepara el Gobierno socialista. También se pronunció sobre el fenómeno de los jóvenes «indignados» que acampan en plazas de numerosas ciudades: «Los jóvenes tienen problemas laborales, políticos... pero también en el alma y el corazón, y a lo mejor habría que partir de estos problemas primero para solucionar los otros», afirmó. Y añadió: «En enero de 2004, el filósofo Habermas, que estuvo de moda entre los jóvenes del 68, y el cardenal Ratzinger debatieron sobre los presupuestos prepolíticos de la democracia, y sería bueno que los jóvenes leyeran este debate». También les recomendó leer la última encíclica de Benedicto XVI, «Caritas in veritate», porque «el Papa no deja sin tocar ningún tema sociopolítico del momento: organización del Estado, derecho a la vida, finanzas, economía... ¡Se necesita algo más que pura técnica!».
El cardenal se mostró muy satisfecho con la marcha de los preparativos para la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) que se celebra en Madrid la tercera semana de agosto y desgranó algunas cifras: 20.000 voluntarios ya trabajan en ellas, 400.000 jóvenes ya se han inscrito y para la misa final del domingo «puede haber hasta dos millones de personas, creo que no entraremos en Cuatro Vientos y ya hemos pedido más terreno al Gobierno». En ese sentido, detalló que «los actos de la JMJ son baratos, no hay nada más económico que rezar, pero si dos millones de personas quieren rezar en el mismo lugar necesitan estructuras, pantallas para ver, megafonía... Los jóvenes duermen en el suelo en sacos de dormir, pagan sus sobrias razones, apoyan con una cuota de solidaridad de 9 euros a los que vienen de África, de América, y crecen en bondad de corazón y compromiso con el bien, así que merece la pena el esfuerzo». Los frutos en los jóvenes incluyen una mayor «voluntad de entrega». Y recordó que «la democracia vive de presupuestos que ella misma no se puede dar, prepolíticos, y sin ellos no habrá regeneración social o política».
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