Sermones cuaresmales Posted: 11 Mar 2012 05:45 AM PDT DE LA BATALLA INTERIOR DEL ALMA Estaba Jesús expulsando un demonio,y aquel era mudo. Sucedió que cuando salió el demonio, rompió a hablar el mudo,y las gentes se admiraron. Pero algunos de ellos dijeron: PorBelzebub, Príncipe de los demonios, expulsa los demonios. Otros, para ponerlo a prueba, lepedían una señal del cielo. Pero él, conociendo suspensamientos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo queda asolado, ycasa contra casa, cae. Si, pues, también Satanás está dividido contra sí mismo,¿cómo va a subsistir su reino? Porque decís que yo expulso los demonios porBelzebub. Si yo expulso los demonios por Belzebub, ¿por quién los expulsanvuestros hijos? Por eso, ellos serán vuestros jueces. Pero si por el dedo deDios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios.Cuando uno fuerte y bien armado custodia su palacio, sus bienes están seguros;pero si llega uno más fuerte que él y lo vence, le quita las armas en las queestaba confiado y reparte sus despojos. El que no está conmigo, está contra mí,y el que no recoge conmigo, desparrama. Cuando el espíritu inmundo sale delhombre, anda vagando por lugares áridos, en busca de reposo; y, al noencontrarlo, dice: "Me volveré a mi casa, de dondesalí." Y al llegar la encuentra barrida y en orden. Entonces va y tomaotros siete espíritus peores que él; entran y se instalan allí, y el final deaquel hombre viene a ser peor que el principio. Sucedió que estando él diciendo estas cosas alzó lavoz una mujer de entre la gente, y dijo: ¡Bienaventurado el seno que tellevó y los pechos que te criaron! Pero él dijo: Bienaventuradosmás bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan. La Santa Iglesia, que en el primer Domingo de Cuaresma nos propuso comotema de nuestras meditaciones la tentación de Cristo en el desierto paraarrojar luz sobre la naturaleza de nuestras propias tentaciones y sobre cómotenemos que superarlas, hoy nos hace leer un pasaje del Evangelio cuya doctrinatiene por objeto completar nuestra instrucción respecto del poder y de lasmaniobras del demonio. Hemos llegado de este modo al llamado Domingo de los escrutinios. En la iglesia primitiva, desde este día comenzaba para los catecúmenosun nuevo período en la preparación para el Bautismo. Esto se debía a que las ceremonias compiladas actualmente en el ritobautismal, se celebraban entonces repartidas en distintos días. Un día como hoy tenían lugar los exorcismos. Comprendemos, por lo mismo, que se lea como Evangelio el pasaje delendemoniado. Estaba Jesús expulsando un demonio, y aquelera mudo. Sucedió que cuando salió el demonio, rompió a hablar el mudo… ¡Con qué gozo oirían los catecúmenos este pasaje evangélico! Veían, enefecto, retratado en él lo que invisiblemente acababa de tener lugar en susalmas exorcizadas. Apropiémonos de su alegría. También nuestras almas, mudas por la muerteespiritual,sintieron el día de nuestro Bautismo la virtud de la palabra divina queconjuraba al diablo: Sal de ella, espíritu inmundo, y da lugar al EspírituSanto Paráclito, dijo el sacerdote… Y el espíritu mudo huyó, y pudimos articular palabras de vida eterna… ¡Qué felicidad! No perdamos don tan precioso. No seamos mudos para el Cielo. Que nuestra conversación posea siemprela altura que conviene a hijos de Dios. Que nuestros ojos estén siempre elevadosal Señor. @ @ @ Y las gentes se admiraron. Pero algunos deellos dijeron: Por Belzebub, Príncipe de los demonios, expulsa los demonios. Jesús aparece en plena lucha con los escribas y fariseos. Éstos, no pudiendonegar la autenticidad de los milagros del Señor, acuden a un último recursopara desacreditarlo: los achacan a virtud demoníaca. Jesús, con suma mansedumbre, les replica con un argumento ad hominem. Los tiros de aquellos hombres perversos se dirigían a negar que elReino de Dios había ya llegado a ellos; el Señor les dice: Si lanzo losdemonios en virtud de Belzebub, resulta que Belzebub pelea contra sí mismo; ycomo todo reino dividido se derrumba; luego, el reino del demonio viene ya atierra, para dar lugar al Reino de Dios. Mas, ¿con qué derecho decís que lanzo los demonios en nombre de Belzebub?¿No se podría decir otro tanto de vuestros exorcistas? Si, pues, con el dedo de Dios lanzo los demonios, el reino de Satanásestá vencido y ha llegado ya la hora del Reino de Dios. ¡Sí!; el Reino de Dios ha llegado ya a nosotros. Formamos parte delmismo. Somos hijos de la luz... Sigamos, pues, el consejo de la Santa Madre Iglesia: Andad comohijos de luz. El fruto de la luz es la bondad, la justicia y la verdad. Sabed,y tened entendido, que ningún fornicario e impúdico tendrá cabida en el Reinode Cristo y de Dios. Durante la Cuaresma, debemos aprovechar para reparar el pasado y paraasegurar el futuro; ahora bien, no podríamos hacer lo primero ni defendereficazmente el segundo, si no tuviésemos ideas claras y sanas sobre lanaturaleza de los peligros en los que hemos sucumbido en el pasado, y sobreaquellos que nos siguen amenazando para el futuro. @ @ @ El que no está conmigo, está contra mí. Jesús señala, con frasegráfica, la secuela de uno y otro reino. No hay en asunto tan trascendente terreno neutral; se pertenece aCristo o a Belial, o se recoge o se desparrama. El que se decida por Cristo,ingresará en el Reino de la luz; quien no lo siga, continuará sometido al Príncipede las tinieblas. Esta vida es un campo de batalla. Cristo y Belial pretenden prosélitos. San Ignacio, en su meditación de las Dos Banderas, ha sabido dar plasticidada esta idea. El ejército de Satanás tiene plantados sus reales en Babilonia; elejército de Cristo Rey, en Jerusalén. Cristo está sentado sobre un trono de luz; Satanás impera entre llamasy columnas de humo asfixiante. Los soldados de Cristo pelean con la Cruz; lo soldados de Belial sevalen de las pasiones y de la concupiscencia para ganar terreno. La recompensa de los primeros es el Cielo, la del ejército de Belial,la muerte eterna. ¿Quién diría que Satanás podría lograr halagar con tan terrible galardón?Y, no obstante, triunfa y se envalentona, porque los mortales somos tan necios,que preferimos un gozo presente, aunque lleve a un fin desgraciadísimo, que lafelicidad eterna, si para llegar a ella se nos exige pasar por el estrecho callejónde la abnegación… ¡Oh, inaudita locura! ¡Oh, necia insensatez! Que no sea así de nosotros. Prometamos seguir y luchar en las filas deCristo Rey, haciendo honor a nuestro Bautismo. Ya renunciamos un día a Satanás y a sus pompas; no queramos volvernosatrás de aquel juramento solemne. Seamos fieles a su Bandera hasta morir. Los antiguos liturgistas y los autores espirituales han reconocido untrazo de la sabiduría maternal de la Iglesia en el discernimiento con el que seofrece hoy a sus hijos esta lectura, centro de las enseñanzas de este Domingo. Seríamos, en efecto, ciegos y miserables, si, estando rodeados deenemigos empeñados en nuestra destrucción y muy superiores a nosotros en fuerzay habilidad, no pensásemos en su existencia y maldad. Si hay una época del año en que los fieles deben reflexionar sobre loque la fe y la experiencia nos dice acerca de la existencia y las operacionesde los espíritus de las tinieblas, es sin duda ésta, durante la cual debemosreflexionar sobre las causas de nuestros pecados, sobre los peligros de nuestraalma, y sobre los medios de protección contra las recaídas y los futurosataques. @ @ @ Después de la predicación del Evangelio, el poder de Satanás sobre loscuerpos se vio restringido en los países cristianos en virtud de la Cruz; peroretoma fuerza, si disminuyen la fe y las obras de piedad cristiana. De allí todos estos horrores diabólicos revolucionarios que, condiversos nombres más o menos científicos, se cometieron primero en las sombras,luego fueron y son aceptados en parte por la buena gente, y presionan hoy paradestruir la sociedad. Cristianos de hoy, recordad que habéis renunciado a Satanás, y tenedcuidado de que una ignorancia culpable os conduzca a la apostasía. No es una fantasía o ficción a la que habéis renunciado en la pilabautismal el día de vuestro Bautismo; es a un ser real, formidable, y del cualJesucristo nos dice que es mentiroso y asesino desde el principio. Pero, si bien debemos temer al terrible poder que puede ejercer sobreel cuerpo, y no tener ninguna participación en las prácticas que el demoniopreside (iniciación al culto al que aspira), también debemos temer, y con mayorrazón, su influencia sobre nuestras almas. Volveré a mi casa, de donde salí. La lucha tiene lugar enel interior del alma. Allí se dan las más espantosas batallas, aunque de fuerano se perciba el choque de espadas, ni el estruendo del cañón. Toda condescendencia hecha a la pasión chillona, es un palmo de terrenorobado a Cristo. Cuando Lucifer logra que la concupiscencia domine y venza a la Cruz,aherroja al alma y hácela su prisionera; la lleva a su campo y la constituye ennúmero activo de su reino. Esto sucede cada vez que se comete un pecado mortal. ¡Con qué cuidado andaríamos, si tuviéramos conciencia viva de estatremenda realidad! Asimismo, cuando el cristiano comete un pecado venial, no se atreve aexpulsar a Cristo de su alma, pero le quita terreno y lo cede al demonio. @ @ @ Cristiano, si pensaras en ello, te detendrías un tanto antes de dejartellevar de tus debilidades, antes de condescender con tus pasiones, con los deseosmenos santos de tu naturaleza. Sírvate esta consideración de serio aviso. Da hoy una mirada a tu interior. Examina si reina enteramente allí elPríncipe de la Luz, o si hay algún rinconcito reservado al tirano de lastinieblas. Recuerda que antes del Bautismo pertenecías al demonio, que cual hombrevaliente bien armado guardaba aquella su casa. Pero llegó otro más fuerteque él,Cristo Jesús, que lo asaltó, lo venció y lo desarmó. Considera la lucha de la gracia que Dios tuvo que emprender paraarrancarle tu alma de sus garras. Desde ese momento no había temor para ti, mientras tú mismo no abrierasla puerta al demonio, mientras no te entregaras, voluntariamente, a suesclavitud, ya que el Más fuerte te guardaba. ¿Cuál ha sido tu proceder? Si, por desgracia, has estado ya nuevamente bajoel poder del príncipe de las tinieblas, llora tu iniquidad, y confiandoen la misericordia divina, clama con corazón humilde y contrito al Señor. Mas, si has tenido la gracia de conservar en todo momento para Cristoel terreno de tu pequeño reino, dale gracias y anda prevenido, no te suceda queel demonio pruebe asaltarte con un escuadrón de espíritus peores que él, y tederribe; y venga a ser tu postrer estado peor que el primero. @ @ @ Oponte también a que el demonio ocupe ningún rincón de tu alma. Todaella debe ser de Cristo. No es cualquier cosa lo que esto exige: te costaráseguramente grandísima violencia; pero lucha es la vida, y en pie de guerra nosdebe encontrar la muerte. En estos días, la Iglesia nos ofrece todos los medios de superar aldemonio: el ayuno, unido a la oración y a la limosna. Pero no creas que tu enemigo haya sido destruido. Está irritado; laconfesión y penitencia lo ha expulsado ignominiosamente de su dominio; y él secomprometió a hacer todo lo posible para volver allí. Teme, pues, una recaída en el pecado mortal; y para afirmar estesaludable temor, reflexiona sobre las palabras del Evangelio de hoy. El demonio no se resigna a quedarse lejos de la presa que codicia. Elodio lo impele, como en el principio del mundo, y se dice: tengo que regresar ami casa, de donde salí. Pero no vendrá solo, quiere triunfar; y para ellotraerá con él, si es necesario, siete demonios más perversos. ¡Qué terrible situación se está preparando para nuestra pobre alma, siella no es vigilante, si no está fortificada, si la paz que Dios le ha dado noha sido una paz armada! Si quieres la paz, prepárate para la guerra…, decían los antiguos… Yhoy nos predican un pacifismo cómplice y traidor… Temamos, pues, una recaída; y para asegurar nuestra perseverancia, sinla cual sería de muy poca utilidad estar por unos días en la gracia de Dios,vigilemos, recemos, defendamos las murallas de nuestra alma, no renunciemos labatalla. Y el enemigo infernal, desconcertado por nuestra capacidad de combate,partirá llevándose a otra parte su vergüenza y su rabia. Malleus Mendacium |
domingo, 11 de marzo de 2012
TERCER DOMINGO DE CUARESMA
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