sábado, 17 de marzo de 2012

NUESTRO PAÍS ESTÁ ASÍ NEGRO POR NO TENER LA LUZ CELESTIAL Y M......POR NUESTROS GOBERNANTES

Víctor Hortel (der.) saludando a su jefe, el ministro Julio Alak.

 
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). Negros de Mierda es un grupo cultural-político que, a base de candombe, se incorporó al universo de La Cámpora.
 
Víctor Eduardo Hortel, jefe de Negros de Mierda, es el director del Servicio Penitenciario Federal desde abril de 2011. Segun su avatar en Twitter, también es "peronista, pincharrata, abogado penalista, orgullosamente K". Esto último le ha permitido ascender velozmente en la burocracia estatal.
 
El Servicio Penitenciario Federal, creado en 1933 por la Ley 11.833 (de Organización Carcelaria y Régimen de la Pena), es la institución dedicada a la custodia, tratamiento y reeducación de personas privadas de libertad. Hoy día su marco jurídico es la Ley Orgánica 20.416 y la Ley de Ejecución de la Pena Privativa de la Libertad 24.660.
 
Hortel controla 5 complejos penitenciarios federales, 23 unidades penitenciarias, 2 casas de pre-egresos, 1 centro penitenciario de enfermedades infecciosos y 9 alcaidías federales.
 
El objetivo ideal de la tarea penitenciaria es lograr que los internos adquieran pautas de conducta para su reinserción en la sociedad, una vez cumplida la sanción penal. Pero al respecto hay pocos avances. En especial porque tendría que trabajarse en la calificación de esa mano de obra a partir de su propio desempeño en prisión, pero para el ladriprogresismo argentino es incorrecto que los detenidos trabajen. (¿?)
 
Convencido de que tiene que apostar a la reinserción, Hortel ha organizado, por ejemplo, la murga Los Estudiantes de Marcos Paz, en el Complejo Penitenciario Federal II, apostando a la reinserción vía la murga (¿?). Es obvio que se precisa mucho más que eso, si es que el funcionario toma en serio ese compromiso.
 
Hortel también está intentando otros cambios, algunos polémicos. Por ejemplo, segun se cuenta, revisar la conveniencia de que el personal penitenciario vista uniforme durante sus horas de servicio. Más allá de las correcciones indispensables en la formación y funcionamiento de "los candados" (tal como se llama en la jerga al personal penitenciario), un disparate, por varios motivos:
 
> ¿Cómo diferenciar a los guardias de los reclusos?
 
> Los uniformes tienen que ver, en los códigos carcelarios, con la autoridad y la disciplina.
 
> No es equivalente eliminar el uniforme en la escuela pública que quitarlo en una fuerza de seguridad dentro del penal.
 
Hay un concepto de fondo en todo esto: ¿el preso es un criminal cumpliendo una condena o el preso es una víctima de la sociedad?
 
La escuela del Derecho Penal que lidera Eugenio Zaffaroni tiende a considerar al detenido más como una víctima de la sociedad que como un criminal.
 
El problema es que en el Servicio Penitenciario Federal, por su función, que debe atender la exigencia que le impone el sistema, deben existir conceptos tales como la autoridad y la disciplina, más allá del proceso de reeducación, que también es imprescindible pero que no puede imponer la relajación de las normas de conducta. Es un penal, no un club de amigos.
 
La cuestion del uniforme dispara un debate bastante importante que, obviamente, excede al sistema penitenciario, y a las modas culturales que dominan a la política. Pero que pareciera que se quedará solamente en la superficie de los gestos murgueros
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