Religión tradicional Católica

domingo, 3 de noviembre de 2013

HEREJIAS AL POR MAYOR


Para hacer una mortificación, guarde las malas palabras en especial si está haciendo la Novena en sufragio DE LAS AFLIJIDAS ALMAS DEL PURGATORIO
  1. ▶ Seeking Francis in Assisi de Catholic News Service
  2. 2 Beards: Sox and Franciscan de Catholic News Service
  3. 3 Variety show at St. Peter's de Catholic News Service
  4. 4 Pope Francis on the communion of saints de Catholic News Service
  5. 5 US ambassador on church and diplomacy de Catholic News Service

Seeking Francis in Assisi   

Publicado por espolon en 5:09 No hay comentarios:
Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir en XCompartir con FacebookCompartir en Pinterest
Entradas más recientes Entradas antiguas Inicio
Suscribirse a: Entradas (Atom)

la destrucción de la Iglesia por el Vaticano II


Preparación para la muerte


Autor: San Alfonso María de Ligorio, Doctor de la Iglesia

Capítulo 5: Incertidumbre de la hora de la muerte

Estote parati, quia qua hora non putatís, filius hominis veniet.
Estad prevenidos, porque a la hora que menos pensáis vendrá el Hijo del Hombre.
Lc., 12, 40.

PUNTO 1
Certísimo es que todos hemos de morir, mas no sabe¬mos cuándo. Nada hay más cierto que la muerte—dice el idiota—, pero nada más incierto que la hora de la muerte. Determinados están, hermano mío, el año, el mes, el día, la hora y el momento en que tendrás que dejar este mundo y entrar en la eternidad; pero nosotros lo ignoramos.
Nuestro Señor Jesucristo, con el fin de que estemos siempre bien preparados, nos dice que la muerte vendrá como ladrón oculto y de noche (1 Ts., 5, 2). Otras veces nos exhorta a que estemos vigilantes, porque cuando me¬nos lo pensemos vendrá Él mismo a juzgarnos (Lc., 12,40).
Decía San Gregorio que Dios nos encubre para nuestro bien la hora de la muerte, con objeto de que estemos siempre apercibidos a morir (1). Y puesto que la muerte en todo tiempo y en todo lugar puede arrebatarnos, menester es—dice San Bernardo—que si queremos bien morir y salvarnos, estemos esperándola en todo lugar y en todo tiempo (2).
Nadie ignora que ha de morir; pero el mal está en que muchos miran la muerte tan a lo lejos, que la pierden de vista. Hasta los ancianos más decrépitos y las personas más enfermizas se forjan la ilusión de que todavía han de vivir tres o cuatro años. Yo, al contrario, digo que debemos considerar cuántas muertes repentinas vemos todos los días. Unos mueren caminando, otros sentándose, otros durmiendo en su lecho.
Y seguramente ninguno de éstos creía que iba a morir tan de improviso, en aquel día en que murió. Afirmo, además, que de cuantos en este año murieron en su cama, y no de repente, ninguno se figuraba que acabaría su vida dentro del año. Pocas muertes hay que no sean im¬provisas.
Así, pues, cristianos, cuando el demonio os provoca a pecar con el pretexto de que mañana os confesaréis, decidle: ¿Qué sé yo si hoy será el último de mi vida?... Si esa hora, si ese momento en que me apartase de Dios fuese el postrero para mí, y ya no hubiese tiempo de remediarlo, ¿qué seria de mí en la eternidad?
¿A cuántos pobres pecadores no ha sucedido que al recrearse con envenenados manjares los ha salteado la muerte y enviado al infierno? Como los peces en el anzuelo, así serán cogidos los hombres en el tiempo malo (Ecl., 9, 12). El tiempo malo es propiamente aquel en que el pecador está ofendiendo a Dios. Y si el demonio os dice que tal desgracia no ha de sucederos, respondedle vosotros: «Y si me sucediere, ¿qué será de mí por toda la eternidad ?»
Señor, el lugar en que yo debía estar ahora no es en éste que me hallo, sino el infierno, tantas veces merecido por mis pecados (3). Mas San Pedro me adviene que Dios espera con paciencia por amor a nosotros, no que¬riendo que perezca ninguno, sino que todos se conviertan a penitencia (2 P., 3, 9).
De suerte que Vos mismo, Señor, habéis tenido conmigo paciencia extremada y me habéis sufrido porque no queréis que me pierda, sino que, arrepentido y penitente, me convierta a Vos. Sí, Dios mío, a Ti vuelvo; me postro a tus plantas y te pido misericordia.
Para perdonarme, ha de ser, Señor, vuestra piedad grande y extraordinaria (Sal. 50, 3), porque os he ofendido a sabiendas. Otros pecadores os han ofendido también, pero no disfrutaban de las luces que me habéis otorgado. Y con todo eso, todavía me mandáis que me arrepienta de mis culpas y espere vuestro perdón.

Duélame, carísimo Redentor mío, me pesa de todo co¬razón de haberos ofendido, y espero que me perdonaréis por los merecimientos de vuestra Pasión. Vos, Jesús mío, siendo inocente, quisisteis, como reo, morir en una cruz y derramar toda vuestra Sangre para lavar mis culpas. ¡Oh inocente Sangre, lava las etapas de un penitente!

¡Oh Eterno Padre, perdonadme por amor a Cristo Jesús ! Atended sus súplicas ahora que, como abogado mío, os ruega por mí. Mas no me basta el perdón, ¡oh Dios, digno de amor infinito!; deseo además la gracia dé amaros. Os amo, ¡oh Soberano Bien!, y os ofrezco para siempre mi cuerpo, mi alma, mi voluntad.

Quiero evitar en lo sucesivo no sólo las faltas graves, sino las más leves, y huir de toda mala ocasión. Ne nos inducas in tentationem. Libradme, por amor a Jesús, de
cualquiera ocasión en que pudiera ofenderos. Sed libera nos a malo. Libradme del pecado, y castigadme luego como quisiereis.
Acepto cuantas enfermedades, dolores y trabajos os plazca enviarme, con tal que no pierda vuestro amor y gracia. Y pues prometisteis dar lo que os pidiere (Jn., 16, 24), yo os demando sólo la perseverancia y vuestro amor.
¡Oh María, Madre de misericordia, rogad por mi, que confío en Vos!
(1) De morte incerti sumus, ut ad mortem semper parati inveniamur.
(2) Mors ubique te expectat ; tu ubique eam expectabis.
(3) Infernus domus mea est.




Como enjambre de abejas irritadas,
de un oscuro rincón de la memoria
salen a perseguirme los recuerdos
de las pasadas horas.





Yo los quiero ahuyentar. ¡Esfuerzo inútil!
Me rodean, me acosan,
y unos tras otros a clavarme vienen
agudo aguijón que el alma encona.



Translate

Oración de un Cristero


Mi Jesús, tened piedad de mí. Mis pecados son más numerosos que las gotas de sangre que derramaste por mí. No merezco pertenecer al ejército que defiende los derechos de vuestra Iglesia y que lucha por ella. No quiero nunca más pecar, para que así mi vida pueda ser una ofrenda agradable a vuestros ojos. Lava mi alma de las iniquidades y purifícame de mis pecados. Por vuestra santa Cruz y por mi Santa Madre de Guadalupe, perdóname.Ya que no sé cómo hacer penitencia por mis pecados, deseo recibir la muerte como merecido castigo de ellos. No deseo luchar, vivir o morir sino por Vos y por vuestra Iglesia. Oh, Santa Madre de Guadalupe, quédate a mi lado en la hora de la agonía de este pecador. Permítid que mi último brado en la tierra y mi primer cántico en el Cielo pueda ser ¡Viva Cristo Rey!

Contador fecha inicio 03 05 2011

888 ONLINE CASINO

Seguidores

El Señor, dice la Escritura, castiga a sus hijos preferidos. Y tú te atreves a decir: «Quizás seré una excepción.» Si eres una excepción en el castigo, quedarás igualmente exceptuado del número de los hijos.

Mi lista de blogs

  • Espolon
    Hace 7 años

Datos personales

espolon
Ver todo mi perfil

Archivo del blog

  • ►  2014 (4)
    • ►  marzo (1)
    • ►  febrero (1)
    • ►  enero (2)
  • ▼  2013 (46)
    • ►  diciembre (3)
    • ▼  noviembre (1)
      • HEREJIAS AL POR MAYOR
    • ►  octubre (2)
    • ►  septiembre (3)
    • ►  agosto (1)
    • ►  julio (3)
    • ►  junio (3)
    • ►  mayo (6)
    • ►  abril (4)
    • ►  marzo (9)
    • ►  febrero (9)
    • ►  enero (2)
  • ►  2012 (119)
    • ►  diciembre (6)
    • ►  noviembre (6)
    • ►  octubre (1)
    • ►  septiembre (11)
    • ►  agosto (11)
    • ►  julio (27)
    • ►  junio (15)
    • ►  mayo (7)
    • ►  abril (12)
    • ►  marzo (9)
    • ►  febrero (7)
    • ►  enero (7)
  • ►  2011 (53)
    • ►  diciembre (8)
    • ►  noviembre (6)
    • ►  octubre (6)
    • ►  septiembre (1)
    • ►  agosto (5)
    • ►  julio (4)
    • ►  junio (6)
    • ►  mayo (17)
Ave Maria - hacer clic para reproducir O Salutaris - haz clic para reproducir Tantum Ergo - haz clic para reproducir En Tuas Manus - haz clic para reproducir Panis Angelicus - haz clic para reproducir Esta hermosa música coral tradicional católica es amablemente proporcionada por Nicholas Wilton - haga clic aquí para obtener más
Con la tecnología de Blogger.